miércoles, septiembre 12, 2007

El imperio y la mentira.



Reflexiones del Comandante en Jefe

12/09/2007

Reagan fue el creador de la Fundación Nacional Cubano-Americana, cuyo siniestro papel en el bloqueo y el terrorismo contra Cuba se revelaría años después cuando el gobierno de Estados Unidos desclasifica documentos secretos, aunque todavía llenos de bochornosas tachaduras. Si se hubieran conocido antes, no habría cambiado nuestra conducta.

Cuando llegó a Cuba la noticia el 30 de marzo de 1981 de que se había producido un atentado contra Reagan, con disparos de un arma de pequeño calibre le enviamos un mensaje expresándole nuestra condena al hecho. Una bala de plomo calibre 22 se alojó en uno de sus pulmones, causándole riesgos y sufrimientos personales. El mensaje está contenido en la conversación que por instrucciones precisas sostuvo el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Isidoro Malmierca, con Wayne Smith, Jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana.

A continuación párrafos literales de la conversación entre ambos:

“ISIDORO MALMIERCA: Hemos procedido a convocarle y recibirle por encargo expreso del Presidente Fidel Castro. Él me pidió que le explicara, primero, nuestro reconocimiento por la información que usted nos ofreció a través del director Joaquín Más sobre el atentado que sufrió el presidente Reagan. Por otra parte queremos, también en nombre del Presidente Fidel Castro, expresarle cuánto lamentamos este hecho y también nuestra esperanza, nuestros votos de que el presidente Reagan pueda recuperarse de este atentado lo más pronto posible.

“WAYNE SMITH: Muchas gracias.

“ISIDORO MALMIERCA: Hemos estado recibiendo informaciones acerca de la atención médica que le está siendo ofrecida. Inicialmente usted también recibió información de que parecían más sencillas las consecuencias del atentado, pero parece que es más grave, que está siendo sometido a una intervención quirúrgica.

“WAYNE SMITH: Sí. Nosotros tenemos la impresión de que fue operado ya, pero la operación dicen ahora por radio que la empiezan ahora, es probable que salga, digamos, dentro de una hora. Es decir, una operación de 3 horas no es nada sencillo y más en un hombre de 70 años. Dicen que no hay peligro. Yo interpreto eso como que no habrá peligro inmediato. Pero en un hombre de 70 años una operación de 3 horas es seria. Pero dicen que su situación no es grave, que es estable. Esperamos que todo salga bien. Agradezco sus votos y el interés y el mensaje del Presidente Fidel Castro.

“ISIDORO MALMIERCA: En Washington también el señor Frechette se dirigió a la Sección de Intereses de Cuba y nos trasladó datos sobre esta situación. Explicó que usted también había recibido información sobre esto. Bien, le repito que el Presidente Fidel Castro me encargó personalmente de conversar con usted y expresarle nuestros votos de que el presidente Reagan pueda recobrarse rápidamente de las consecuencias del atentado.

“WAYNE SMITH: Muchas gracias. ¡Dios mío! Es difícil esto. El Presidente Kennedy fue asesinado en Dallas y parece que el responsable del atentado a Reagan es de Dallas. Vive ahora en Colorado, pero es de Dallas. No sé qué...

“ISIDORO MALMIERCA: Yo leí en unos cables que había nacido cerca de Denver, a 30 kilómetros de Denver.

“WAYNE SMITH: Yo no sé. Uno de mis cónsules aquí en la Oficina me dijo que él había oído por radio que es un tipo que había estudiado en la misma escuela con él. No sé, tal vez habrá vivido unos años en Dallas. No sé qué es lo que tiene la atmósfera de Dallas.

“ISIDORO MALMIERCA: Dicen que son tres hermanos, hijos de un hombre que se dedica a negocios de petróleo.

“WAYNE SMITH: Su papá, sí. El es un tipo de 22 años, que era estudiante en la universidad de Yale, pero que había dejado sus estudios hace poco. Tal vez es un resentido, un joven que ha fracasado, que actuó por sentimiento. Hablando con toda franqueza, me alegro que sea un tipo como él y no, digamos, un puertorriqueño o algo así, que podría provocar implicaciones políticas.

“ISIDORO MALMIERCA: Las especulaciones sobre motivaciones políticas para hacer eso.

“WAYNE SMITH: Sí, eso podría innegablemente permitir estimular, alentar interpretaciones políticas. Un joven blanco, de Colorado, Texas; es muy difícil hacer interpretaciones políticas.

“ISIDORO MALMIERCA: Ha habido incluso ya algunas informaciones de la policía que dicen que es un hombre que actuó solo, sin vinculación con otros grupos...

“WAYNE SMITH: Sí, debe haber sido un loco o fanático, acercarse tanto al Presidente... Bueno, fue capturado enseguida. Sacó su pistola y disparó...

“ISIDORO MALMIERCA: ¿Brady murió?”

“WAYNE SMITH: No.

“ISIDORO MALMIERCA: Decían que había muerto.

“WAYNE SMITH: Sí. Hubo informes de que sí, que había muerto, pero últimamente han dicho que no, que está muy grave, pero no se murió. Me imagino que si hubiera sido de calibre 45 sí era de muerte, pero calibre 22 tiene ciertas posibilidades... Pero parece que recibió la bala en la cabeza, evidentemente en la cabeza... Eso no es nada bueno, no hay muchas esperanzas.

“ISIDORO MALMIERCA: Un balazo en la cabeza, de cualquier calibre, es algo muy grave.

“WAYNE SMITH: Brady está muy grave. Podría quedar vivo pero sería un vegetal.

“ISIDORO MALMIERCA: Lamento que nuestra entrevista haya sido provocada por un hecho tan lamentable.

“WAYNE SMITH: Le agradezco sus votos. Enviaré inmediatamente un cable avisando a mi gobierno de nuestra conversación. Le ruego que transmita al Presidente Fidel Castro mi agradecimiento.

No hago comentario alguno. La versión de Malmierca, redactada inmediatamente después del encuentro, habla por sí misma. Wayne Smith es hoy un firme luchador contra el bloqueo y las agresiones a Cuba.

Pero no concluye aquí la historia de nuestra conducta hacia el Presidente de un país que desde los días de Einsenhower elaboró cientos de planes para eliminarme físicamente.

Una información entregada muy confidencialmente en el verano de 1984 a un oficial responsable de la seguridad de los representantes cubanos en ONU alertaba sobre un plan de atentado contra el presidente Ronald Reagan, por parte de un grupo de extrema derecha en Carolina del Norte. Al conocerla, decidimos informar de inmediato a las autoridades norteamericanas. Nuestro oficial sugirió entregarla a través de Robert C. Muller, jefe de seguridad de la misión de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, con el cual se tenía contacto para la protección de delegaciones cubanas que visitaban al organismo internacional.

El atentado se produciría en fecha muy próxima cuando Reagan visitara Carolina del Norte, como parte de la campaña para reelegirse en el cargo.

La información estaba completa; daba nombres de los implicados en el plan; día, hora y lugar donde sería el magnicidio; tipo de armamento que poseían los terroristas y dónde guardaban las armas; además de todo eso, el centro de reunión de los elementos que estaban planificando la acción y un breve relato de lo que habían conversado en dicha reunión.

La entrega de la información se realizó en un encuentro con Muller en un edificio situado en la calle 37 y la Tercera Avenida, a dos cuadras del edificio de la misión cubana.

Se le trasladaron todos los detalles conocidos, garantizando quedara bien claro lo más importante, como era los nombres de los involucrados, lugar, hora y tipo de armamento que se utilizaría por estos.

Al final del intercambio, nuestro oficial le comunicó que había recibido instrucciones del gobierno de Cuba de hacerlo con urgencia, y que lo habíamos seleccionado por conocer que era un profesional en los problemas de seguridad.

Muller leyó lo que había escrito para asegurarse de que no había alterado nada y que estaban todos los elementos importantes.

Preguntó por la fuente, se le dijo era segura. Planteó que el servicio secreto tendría necesidad de entrevistarse con los funcionarios cubanos. Se le contestó no había inconveniente en hacerlo.

Aproximadamente a las cuatro y media de la tarde de ese día, los agentes del Servicio Secreto se reunieron con la representación cubana.

La entrevista se llevó a cabo en el apartamento 34-F, situado en el piso 34 de un complejo de edificios nombrado Ruppert Towers, que se encuentra en la calle 92 entre Tercera y Segunda Avenida, en la parte alta de Manhattan.

Los agentes eran dos hombres jóvenes, blancos, pelados bien bajo, vestidos de traje. Su objetivo era principalmente chequear lo que Muller les había trasladado, pues traían en sus manos copia del cable que este les había enviado. Al comprobar el contenido del cable se les aseguró no faltaba nada.

Los agentes del Servicio Secreto querían conocer quién había dado la información y cómo esta había llegado a nuestro poder. Se les respondió lo mismo que se le había dicho a Muller. También se interesaron en saber si era posible alguna ampliación, y se les dijo que si llegaba algo nuevo se les trasladaría de inmediato.

Ellos dieron su tarjeta y pidieron se les llamara directamente si se conocían otros datos adicionales, plantearon no era necesario hacerlo por medio de Muller.

El lunes siguiente pudimos conocer que el Buró Federal de Investigaciones había detenido a un grupo de personas en Carolina del Norte a las que se les hacían varias acusaciones, ninguna de ellas ―como es de suponer― relacionadas con un atentado al Presidente Reagan, quien viajó a dicho Estado poco después como parte de la campaña por la reelección al cargo de Presidente.

Antes de que transcurrieran cuatro o cinco días de la detención, a fines de esa propia semana, Muller llamó por teléfono a la Misión para invitar al funcionario cubano a almorzar, lo cual hicieron en el restaurante para Delegados de las Naciones Unidas. Lo primero que hizo fue pedir se trasladara al gobierno de Cuba el agradecimiento del gobierno de Estados Unidos por la información brindada, y confirmó que habían operado contra el grupo de involucrados. ¡Un luchador antiterrorista cubano salvó la vida de un Presidente de Estados Unidos!

Alguna prensa norteamericana menciona un diario íntimo de más de 700 páginas de apuntes personales de Reagan, desde su toma de posesión hasta la entrega del mando a Bush (padre), tratando de hacer ver que su gobierno no fue tan agresivo contra Cuba.

Sin embargo, según cuentan, Robert McFarlane, entonces Subsecretario de Estado subordinado a Alexander Haig, afirmó en sus memorias: “De todos los gobiernos que han lidiado con Fidel Castro desde 1959, el de Reagan parecía el menos adecuado para dialogar con el régimen comunista de Cuba”.

Tal vez Reagan experimentó algún agradecimiento tanto por nuestra preocupación cuando sufrió el atentado en 1981, como por el aviso que le salvó la vida ante un peligro inminente, y lo agradeció a través de Robert C. Muller

Reagan fue quien suscribió con Cuba el primer acuerdo migratorio, pero no podía escapar de su entorno, porque otros más a la derecha todavía que él lo eliminaban físicamente, como hicieron con Kennedy después que conoció el terrible riesgo de una guerra termonuclear. Reagan sin duda cambió su política hacia Cuba en un año electoral, incumplió el acuerdo suscrito que fijó la entrega de hasta 20 mil visas por año para viajes seguros, al otorgar menos de mil, y mantuvo la llamada Ley de Ajuste que tantas vidas cubanas ha costado.

El 11 de septiembre del 2001 en el vecino país se produjo un verdadero caos. Durante mucho tiempo los aeropuertos tenían prohibido realizar aterrizajes. Un incalculable número de vuelos con pasajeros estaban en el aire. Eran las noticias que se transmitían por los medios de difusión masiva de Estados Unidos. Se informaba de miles de víctimas en Nueva York, entre personal que trabajaba en las Torres Gemelas, bomberos y visitantes. También se habló de personas que iban en un avión de pasajeros lanzado contra el Pentágono. Ofrecimos el envío de sangre segura procedente de donantes habituales si se necesitaba en algún caso. La donación de sangre es una tradición de la Revolución cubana desde hace mucho tiempo.

Coincidió casualmente con el día en que habíamos convocado a las 6:00 de la tarde a casi 15 000 estudiantes de nivel superior y graduados universitarios, con motivo de la reinauguración de la escuela “Salvador Allende”, donde 3 599 jóvenes comenzarían estudios superiores para prepararse con métodos nuevos y probados a fin de ejercer como maestros de primaria.

Hoy se cumplen seis largos años de aquel doloroso episodio. En la actualidad se conoce que hubo desinformación deliberada. No recuerdo haber oído hablar ese día de que en los sótanos de esas torres, en cuyos pisos superiores radicaban bancos de multinacionales junto a otras oficinas, había depositadas alrededor de 200 toneladas de barras de oro. La orden era disparar a muerte contra todo el que intentara penetrar hasta el oro. Los cálculos sobre estructuras de acero, impactos de avión, cajas negras encontradas y lo que estas revelaban, no se ajustan a los criterios de matemáticos, sismólogos, especialistas en información y especialistas en demolición, etcétera, etcétera. Lo más dramático es la afirmación de que posiblemente nunca se conozca lo que verdaderamente ocurrió. Consta sin embargo que varias personas que viajaban de New Jersey a San Francisco, conversaron con familiares cuando ya la nave aérea estaba bajo el control de individuos ajenos a su tripulación normal.

Analizando el impacto de aviones similares al proyectado contra las torres, caídos por accidente en ciudades densamente pobladas, se concluye que ningún avión se estrelló sobre el Pentágono y que sólo un proyectil pudo generar el orificio geométricamente redondo que en dicha instalación creara el supuesto avión. Tampoco aparece pasajero alguno que allí pereciera. Nadie en el mundo tenía dudas sobre las noticias recibidas de un ataque al edificio del Pentágono. Fuimos engañados al igual que los habitantes del resto del planeta.

Al hablar en la Ciudad Deportiva aquel 11 de septiembre, entre otras consideraciones abordé el tema de la tragedia en Estados Unidos. Para no incluir el discurso completo, extraje párrafos textuales del mismo:

[...] El acto no pensábamos suspenderlo, ni podía suspenderse, a pesar de la tensión internacional creada por los acontecimientos. Imagino que muchos los conozcan; pero, en esencia, consistieron en que, aproximadamente a las 9:00 de la mañana un Boeing, de los grandes, se estrella directamente contra uno de los dos edificios de las famosas torres de Nueva York, uno de los más altos del mundo, que tiene dos alas. Como es natural, aquello se incendia con todo el combustible de uno de esos grandes aviones; empiezan a ocurrir escenas tremendas, y 18 minutos después otro avión, también de una empresa aérea norteamericana, ataca y se estrella directamente contra la otra ala de la torre.

Unos minutos más tarde, otro avión se estrella contra el Pentágono. Llegan noticias, en medio de cierta confusión, de una bomba frente al Departamento de Estado y otros hechos alarmantes, aunque he mencionado los más importantes.

Evidentemente el país había sido víctima de un violento y sorpresivo ataque, inesperado, inusitado, algo verdaderamente insólito, que dio lugar a escenas impresionantes, en especial cuando ardían las dos torres y, sobre todo, cuando ambas se desploman, con sus 100 pisos, sobre otras edificaciones próximas, y se conocía que allí trabajaban decenas de miles de personas en diversas oficinas que representan numerosas empresas de variados países.

Era lógico que aquello produjera una conmoción en Estados Unidos y en el mundo, las bolsas de valores comenzaron a derrumbarse, y por la importancia política, económica, tecnológica y el poder de Estados Unidos, el mundo hoy estaba conmovido con aquellos acontecimientos que fue necesario seguir durante todo el día, a la vez que por nuestra parte se mantenía la atención sobre las condiciones y las circunstancias en que se realizaría este acto.

Por tanto había dos temas: la escuela y su importantísimo curso, y la catástrofe de tipo político y humano que se había producido allá, especialmente en Nueva York

[...] Hoy es un día de tragedia para Estados Unidos. Ustedes saben bien que aquí jamás se ha sembrado odio contra el pueblo norteamericano. Quizás, precisamente al sentirse Cuba plenamente libre, con patria y sin amo, por su cultura y por su falta de complejos, sea el país donde se trate con más respeto a los ciudadanos norteamericanos. Nunca hemos predicado ningún género de odios nacionales, ni cosas parecidas al fanatismo, por eso somos tan fuertes, porque basamos nuestra conducta en principios y en ideas, y tratamos con gran respeto ―y ellos se percatan de eso ―a cada ciudadano norteamericano que visita a nuestro país.

Además no olvidamos al pueblo norteamericano que puso fin a la guerra de Viet Nam con su enorme oposición a aquella guerra genocida; no olvidamos al pueblo norteamericano que, en un número superior al 80 por ciento, apoyó el regreso de Elián a nuestra patria; no olvidamos cuánto idealismo, perturbado muchas veces por el engaño, porque ―como hemos dicho muchas veces― para llevar a un norteamericano a que apoye una causa injusta, una guerra injusta, primero hay que engañarlo, y el método clásico utilizado en la política internacional de ese enorme país es el método de engañar primero, para contar después con el apoyo de la población. Cuando sucede a la inversa y su pueblo descubre que algo es injusto, por su tradición de idealismo, se opone a aquello que ha estado apoyando, muchas veces causas muy injustas, convencido de que lo que apoyaba era justo.

Por eso nosotros ―que sabemos no el número exacto, pero que hemos visto escenas impresionantes de sufrimientos y posibles víctimas― hemos sentido dolor profundo y tristeza por el pueblo norteamericano, fieles a la línea que hemos seguido siempre.

No andamos adulando a gobiernos, ni pidiendo perdones, ni favores, ni se alberga en nuestros pechos ni siquiera un átomo de temor. La historia de la Revolución ha demostrado cuán capaz es de desafiar, cuán capaz es de luchar, cuán capaz es de resistir lo que tenga que resistir, algo que nos ha convertido en un pueblo invencible. Esos son nuestros principios, una Revolución que se basa en ideas, en la persuasión y no en la fuerza.

[...] Nuestra reacción ha sido la que dije, y quisimos que nuestro pueblo viera las escenas y contemplara la tragedia. Y no hemos vacilado en expresar públicamente nuestro sentimiento. Aquí mismo está una declaración que se entregó a la prensa internacional alrededor de las 3:00 de la tarde, elaborada tan pronto se conocieron los hechos; mientras tanto, nuestra televisión estaba enfrascada en la divulgación de los acontecimientos. Sería comunicada a nuestro pueblo en el noticiero de la noche.

Me adelanto aquí algunos minutos para hacerles conocer la Declaración Oficial del Gobierno de Cuba, frente a los hechos ocurridos en Estados Unidos.

“El Gobierno de la República de Cuba ha recibido con dolor y tristeza las noticias sobre los ataques violentos y sorpresivos realizados en la mañana de hoy contra instalaciones civiles y oficiales en las ciudades de Nueva York y Washington, que han provocado numerosas víctimas.

[...] “No es posible olvidar que nuestro pueblo ha sido víctima durante más de 40 años de tales acciones, promovidas desde el propio territorio de Estados Unidos.

“Tanto por razones históricas como por principios éticos, el Gobierno de nuestro país rechaza y condena con toda energía los ataques cometidos contra las mencionadas instalaciones y expresa sus más sinceras condolencias al pueblo norteamericano por las dolorosas e injustificables pérdidas de vidas humanas que han provocado dichos ataques.

“En esta hora amarga para el pueblo norteamericano, nuestro pueblo se solidariza con el pueblo de Estados Unidos y expresa su total disposición a cooperar, en la medida de sus modestas posibilidades, con las instituciones sanitarias y con cualquier otra institución de carácter médico o humanitario de ese país, en la atención, cuidado y rehabilitación de las víctimas ocasionadas por los hechos ocurridos en la mañana de hoy.”

Aunque no se sepa si son 5 000, 10 000, 15 000, 20 000 las víctimas, se sabe que solo en los aviones que fueron estrellados contra las torres, o contra el Pentágono, viajaban cientos de pasajeros, y ofrecimos lo que podíamos si hiciera falta.

Ese es un país que tiene un gran desarrollo científico, médico, recursos; pero hay momentos en que pudiera hacer falta sangre de un grupo, plasma ―cualquier otro producto que nosotros podamos donar lo haríamos gustosamente―, o apoyo médico, o de personal paramédico, porque sabemos que muchos hospitales tienen déficit de determinados técnicos y profesionales. En fin, lo que queríamos era expresar nuestra actitud y nuestra disposición con relación a estos trágicos acontecimientos.

[...] Los secuestros aéreos, método inventado contra Cuba, se convirtieron en una plaga universal, y fue Cuba la que al fin y al cabo resolvió ese problema cuando, después de advertirlo reiteradamente, devolvimos a Estados Unidos a dos secuestradores; es doloroso, eran ciudadanos cubanos, pero los habíamos advertido, vinieron y los enviamos, cumplimos la palabra pública; pero nunca, ni siquiera después nos dieron noticias para sus familiares. Tienen su modo de actuar. Nadie sabe. Sé que los condenaron a 40 años, y aquello fue lo que puso fin al secuestro de aviones.”

[...] Ninguno de los actuales problemas del mundo se puede resolver por la fuerza, no hay poder global, ni poder tecnológico, ni poder militar que pueda garantizar la inmunidad total contra tales hechos, porque pueden ser acciones de grupos reducidos difíciles de descubrir.

Es muy importante saber cuál va a ser la reacción del gobierno de Estados Unidos. Posiblemente vengan días peligrosos para el mundo, no estoy hablando de Cuba. Cuba es el país que más tranquilo está en el mundo, por diversas causas: por nuestra política, por nuestras formas de lucha, por nuestra doctrina, nuestra ética, y, además, compañeras y compañeros, por la ausencia total de temor.

Nada nos inquieta, nada nos intimida. Sería muy difícil fabricar una calumnia contra Cuba, no lo creería ni el que la inventara y patentizara, es muy difícil; y Cuba no es hoy cualquier cosa en el mundo, tiene una posición moral muy grande y una posición política muy sólida.

[...] Los días próximos van a ser tensos dentro de Estados Unidos, empezarán a emitir opiniones no se sabe cuánta gente.

[...] Les sugeriríamos a los que dirigen el poderoso imperio que sean serenos, que actúen con ecuanimidad, que no se dejen arrastrar por raptos de ira o de odio, ni se lancen a cazar gente lanzando bombas por todas partes.

Reitero que ninguno de los problemas del mundo, ni el terrorismo, se pueden resolver por la fuerza, y cada acción de fuerza, cada acción disparatada del uso de la fuerza, en cualquier parte, agravaría seriamente los problemas del mundo.

El camino no es la fuerza ni la guerra. Lo digo aquí con toda la autoridad de haber hablado siempre con honradez, poseer convicciones sólidas y la experiencia de haber vivido los años de lucha que ha vivido Cuba. Sólo la razón, la política inteligente de buscar la fuerza del consenso y la opinión pública internacional puede arrancar de raíz el problema. Creo que este hecho tan insólito debiera servir para crear la lucha internacional contra el terrorismo; pero la lucha internacional contra el terrorismo no se resuelve eliminando a un terrorista por aquí y otro por allá; matando aquí y allá, usando métodos similares y sacrificando vidas inocentes. Se resuelve poniendo fin, entre otras cosas, al terrorismo de estado y otras formas repulsivas de matar, poniendo fin a los genocidios, siguiendo lealmente una política de paz y de respeto a normas morales y legales que son ineludibles. El mundo no tiene salvación si no sigue una línea de paz y de cooperación internacional.

[...] Nosotros hemos demostrado que podemos sobrevivir, vivir y progresar, y todo lo que aquí se muestra hoy es expresión de un progreso sin paralelo en la historia. No se progresa solo produciendo automóviles, se progresa desarrollando inteligencias, impartiendo conocimientos, creando cultura, atendiendo a los seres humanos como deben ser atendidos, que es el secreto de la enorme fuerza de nuestra Revolución.

No tiene salvación el mundo por otras vías y me estoy refiriendo en este caso a las situaciones de violencia. Búsquese la paz en todas partes para proteger a todos los pueblos de la plaga del terrorismo. Hay otra terrible plaga que se llama, por ejemplo, SIDA; otra que mata a decenas de millones de niños, adolescentes y personas en el mundo por hambre, por enfermedades y por falta de asistencia y medicamentos.

Hay en el terreno político ideas absolutistas, pensamiento único que se le trata de imponer al mundo, y promueven rebeldías e irritaciones por todas partes.

No se salva este mundo ―y ya esto no tiene que ver con el terrorismo― si continúa desarrollándose o aplicándose este orden económico y social injusto que conduce al mundo a la catástrofe, a un camino del cual no podrían escapar los 6 200 millones ni los futuros hijos de los habitantes que hoy tiene este planeta, que está siendo cada vez más destruido y conducido a la pobreza, al desempleo, al hambre y a la desesperación. Lo demuestran las masas en distintos lugares ya históricos, como Seattle, Québec, Washington, Génova.

Ya los más poderosos líderes de la economía y de la política mundial no pueden casi reunirse; la gente tiene cada vez menos miedo, está sublevada, lo que puede apreciarse en todas partes. Yo acabo de estar en Durban, provincia de África del Sur, y vi allí a miles de personas pertenecientes a las Organizaciones No Gubernamentales; se ve crecer como espuma el descontento en el mundo. [...]

¡Qué enorme diferencia entre la conducta del gobierno de Cuba y la del gobierno de Estados Unidos! ¡La Revolución, que se basa en la verdad, y el imperio, que se basa en la mentira!

Fidel Castro Ruz

Septiembre 11 del 2007

5:25 p.m.

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