jueves, septiembre 13, 2007

EL CAPITAL FINALIZA SU CICLO ESPECULATIVO Y SE AGUDIZA EL SAQUEO DE LAS ECONOMÍAS FAMILIARES.

La economía mundial capitalista está basada, cada día más, en el robo y la especulación.

El robo ha adquirido una dimensión de auténtico gigantismo a través de la estrategia del desarrollo desigual, analizada en su día por Lenin. El robo de materias primas de terceros países, la mano de obra esclava, las relocalizaciones de empresas, el proteccionismo en los centros imperialistas y el neoliberalismo en los países de la periferia, adquieren su mayor dimensión con las estrategias de guerra y el terrorismo de estado cuando los pueblos se resisten. Así, el imperialismo central yanky consigue mantener su economía parasitaria con el saqueo de los recursos económicos de buena parte del planeta, pero, a la vez, con la dependencia que supone la titularidad china de buena parte de sus bonos del tesoro.
Como complemento del robo, y la incapacidad para ampliar la tasa de ganancia, el capitalismo senil recurre a la especulación en varios terrenos de la economía. Los procesos especulativos se han convertido estos últimos años en el principal mecanismo de creación de valor –ficticio- en las economías centrales capitalistas, especulación financiera bursátil y especulación inmobiliaria desaforada.
Con esta estrategia el imperialismo consiguió cubrir unos años de crecimiento económico basado en el robo estructural y en el crecimiento del consumo interior.
El capital financiero planificó un ciclo de endeudamiento masivo de las economías familiares ligado a la adquisición de viviendas. La bajada de los tipos de interés en los años 2002-2003 fue el cebo para enganchar a las familias en la compra de una vivienda que, puesto que era posible conseguir más crédito por el bajo interés, su precio se disparó. La bajada de los tipos tuvo un efecto automático sobre el incremento acelerado del precio de las viviendas.
Esta espiral especulativa propició las ansias de ganancias de todos los sujetos del proceso. Bancos, constructores, propietarios de suelo, compradores, etc., la economía subía como la espuma y como en los tiempos de la fiebre del oro todos corrían detrás de “las inmensas ganancias”.
Cuando el capital financiero consideró que había comprometido la mayor parte de la capacidad de ahorro de las familias decidió cerrar el ciclo. Los peces estaban dentro de la red, solo faltaba tirar del cordel.
Así se promueve una subida constante de los tipos de interés que succiona todos los meses la mayor parte del salario familiar, y ello para los próximos treinta o cuarenta años. Habrá miles de familias, un mercado encadenado y cautivo que solo puede escapar de la prisión a cambio de entregar su vivienda de nuevo al banco y volver a comenzar el ciclo de vivir en casa de los padres o en alquiler, sin propiedad alguna.
El final del ciclo provoca profundas convulsiones en las que las víctimas, como siempre, son las personas más débiles –es decir-, las más endeudas y con peores condiciones de trabajo, de una manera especial la juventud, que está en sus primeros años de trabajo, pero también los trabajadores y trabajadoras de entre 40 y 55 años que pierden su puesto de trabajo, víctimas de un cierre de empresa o una deslocalización. Como efecto de segundo grado se consigue mantener la docilidad en el mundo del trabajo; nadie “razonable” plantará cara a los abusos patronales cuando tiene una hipoteca a cuarenta años.
En este caso el final del ciclo coincide en nuestro país con un alza de productos básicos de alimentación, como consecuencia del especulativo y despiadado sistema capitalista.
Ese aumento del pan, la leche, el pollo, etc, gravarán de manera directa la vida de los sectores populares y pondrá más difícil aún la posibilidad de disponer de una alimentación equilibrada y suficiente.
Ante el final del ciclo el capital transnacional recurre al proteccionismo de los bancos centrales que, en contradicción con todo su discurso neoliberal, inyecta miles de millones al sistema financiero central para salvar los intereses de los más poderosos y contener los procesos masivos de descontento social.
Por tanto no estamos ante un crak del sistema capitalista, sino ante el final de un ciclo y la consecuente recomposición del sistema para continuar con la misma lógica interna de robo y saqueo. Recomposición en al que el capital tratará, con todos sus recursos, que las clases populares asuman la peor parte de este proceso.
Como siempre, es el momento de dirigirnos directamente a la clase para hacer llegar nuestro análisis, y organizar la lucha de clases en esta fase para desmontar las falacias del sistema capitalista y la opresión sobre las grandes mayorías, que se ven sometidas a entregar no solo su trabajo, sino su vida entera para la reproducción ampliada del capital.
Ante esta situación el PCPE propone la más amplia movilización popular por la consecución de estos objetivo en relación con el derecho a la vivienda:

- Tope máximo para la revisión de los tipos de interés a las hipotecas de las viviendas principales.
- Límite a la cuota mensual en función del salario familiar.
- Moratoria a interés cero en caso de paro familiar.
- Suelo público par las viviendas cooperativas.
- Financiación pública a procesos de autoconstrucción.
- Mercado público de alquiler
- Control estatal del precio del suelo

Comité Ejecutivo del Partido Comunista de los Pueblos de España.

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