jueves, julio 05, 2007

La verdadera biografía de una espía soviética.

El pasado 28 de abril se cumplieron 100 años del nacimiento de Zoia Voskresenskaia-Ribkina. Muchos la conocen ahora como escritora infantil pero muy pocos saben que durante un cuarto de siglo fue agente del servicio de inteligencia exterior [soviético]. Sus partes de excepcional importancia estratégica entraban en los despachos de máximos dirigentes del país. La geografía de sus actividades de agente abarcaba China, Alemania, Austria, Finlandia, Suecia. La tirada total de los libros que ha escrito es más de veinte millones.
Sus condecoraciones hablan por sí mismas: la Orden de Lenin, la de la Revolución de Octubre, de la Bandera Roja del Trabajo, de la Guerra Patria, dos Órdenes de la Estrella Roja y numerosas medallas. Uno puede pensar que era fácil prestar este servicio y ser promovido a coronel del servicio de inteligencia.
He aquí un hecho señalado. Se rumoraba que cuando a Voskresenskaia se la recomendaba para concederle una Orden de Lenin, Beria dijo: ¿Para qué diablos vamos a condecorar a la mujer con la máxima condecoración soviética?
Zoia Voskresenskaia nació el 28 de abril en la estación Uzlovaia, municipio de Bocharovo, gobierno de Tula. A la edad de catorce años empezó su vida laboral: trabajó de bibliotecaria y copiante en el estado mayor de las unidades especiales del Cheka, comisaria política en un centro correccional de menores y trabajadora del departamento de transporte del Ministerio del Interior. La admiten en el Partido Comunista y contratan para trabajar en los órganos de seguridad. En Moscú Zoia hace prácticas especiales vinculadas con las actividades de agente: santos y señas, escondites, vigilancia, etc. En agosto de 1929 se hace agente del servicio de inteligencia externa. Ya en calidad de agente de inteligencia Zoia Voskresenskaia es mandada a cumplir su primera misión en Harbin, China, adonde llega como secretaria de la empresa petrolera soviética Soyuzneft. El primer viaje al exterior tuvo éxito. Durante dos años Zoia cumplió misiones asignadas por el Centro en una época caracterizada por reñidas pugnas en el Ferrocarril Oriental Chino.
Después de volver a Moscú, a Zoia Voskresenskaia la envían a Berlín y Viena para aprender el idioma y acostumbrarse a las condiciones especiales de la vida en Europa para luego realizar actividades ilegales. Le enseñaron el dialecto y reglas de urbanidad.
A comienzos de 1935 Zoia Voskresenskaia fue enviada a Finlandia como jefa adjunta de la red de agentes secretos. En Helsinki recababa información expeditiva sobre planes de la Alemania nazi. Trabajó con éxito en Finlandia cuatro años. Allí en 1936 se casó con el legendario agente de inteligencia soviético Boris Ribkin. En Finlandia ella representa la empresa Intourist y es vicejefe de estación, mientras que su elegido era conocido como cónsul Yartsev. La sede del Servicio de Inteligencia les bendijo el matrimonio mediante un mensaje criptografiado.
Después de regresar de Helsinki, Zoia Voskresenskaia-Ribkina se hace funcionaria del aparato central del servicio de inteligencia externa, y a comienzo de 1941 la promueven al cargo de vicejefe del departamento alemán. Fue justamente ella quien trabajó con los mensajes sobre la invasión enviados por nuestros valiosos agentes en Berlín Alférez y Corso (que formaban parte de la famosa Orquesta Roja) quienes informaban sobre los planes de Alemania de agredir a la URSS. Zoia Voskresenskaia se hizo una de las principales analistas en el servicio de inteligencia.
En abril de 1941, Arvid Harnak (El Corso), quien era funcionario del Ministerio de Economía del Reich nazi y uno de los dirigentes de la Orquesta Roja, informaba al Centro, citando a unos allegados de Rosenberg: La cuestión del ataque armado contra la URSS está decidida.
Otro agente valioso, el teniente primero del Ejército Alemán, Harro Schulze-Boisen (El Alférez), era sobrino del gran almirante Tirpiz y funcionario del Ministerio de Aviación y del Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas de Alemania. Ese mismo mes comunicó lo siguiente: La cuestión de la agresión de Alemania a la Unión Soviética está decidida definitivamente. Su comienzo debe esperarse en los próximos tiempos. Zoia Voskresenskaia presentó a sus superiores una memoria relativa a los planes bélicos del mando alemán. El 17 de junio de 1941, el jefe del servicio de inteligencia, Pavel Fitin, firmó este parte y presentó a Stalin.
Nuestra memoria -recordaba en aquel período Zoia Voskresenskaia- resultó bastante voluminoso, mientras que el resumen era breve y conciso: estamos a las puertas de una guerra. Todas las actividades militares que Alemania realizaba con vistas a invadir a la URSS están totalmente concluidas, y de un momento a otro puede esperarse un ataque.
El servicio de inteligencia informaba sobre la amenaza de guerra ya desde noviembre de 1940. En aquellos momentos Zoia Voskresenskaia formó un expediente en que se recogían datos importantes sobre la amenaza bélica alemana. El análisis de datos recogidos lo hacía junto con Pavel Zhuravliov, jefe del departamento alemán de nuestro servicio de inteligencia.
La cartera que Zoia Voskresenskaia y Zhuravliov reunieron contenía documentos que infundían alarma.
Estos materiales, indicaba Pavel Sudoplátov, nos ayudaban a seguir el desarrollo de los acontecimientos e informar a los dirigentes soviéticos sobre las tendencias básicas de la política militar alemana. Los materiales del expediente arriba mencionado a veces se ponían en conocimiento de Stalin y Molotov.
Poco antes del comienzo de la Gran Guerra Patria, en mayo de 1941, el embajador de Alemania en la URSS, el conde von Schulenburg dio una recepción oficial en la embajada. Hacia aquel momento Schulenburg ya sabía que Alemania agrediría a la URSS porque acababa de regresar de Berlín donde el Führer le había dado audiencia. Schulenburg era adversario fervoroso de la invasión contra la Unión Soviética. Después de que le presentó a Hitler su informe sobre la situación en la URSS, el Führer le dijo sobre el Plan Barbarossa. El embajador intentó disuadir a Hitler de hacerlo, demostrando que los rusos no quieren una guerra con los alemanes pero éste sólo le ordenó regresar a Moscú y preparar la misión diplomática para el cierre.
Durante aquella memorable recepción Schulenburg se fijó en una mujer vistosa y decidió invitarla a bailar. Esta mujer bonita era precisamente Zoia Voskresenskaia. La danza era poco común: valseando, pasaron de una sala a otra. Era claro que el embajador alemán quería mostrarle a su acompañante lo que pasaba en la embajada. Zoia se dio cuenta de que la embajada se disponía a evacuarse: en el centro de las salas y despachos estaban reunidos maletas, cajas, sacos. Los armarios estaban vacíos, sin libros ni jarrones. Hasta en las paredes se veían manchas rectangulares: se habían sacado los lienzos que estaban allí desde hacía muchos años. Además, notó que el personal de la embajada estaba reducido al mínimo, hecho que confirmaba una vez más que la información que poseía el servicio de inteligencia. Un par de horas después informó de todo lo que había visto a sus jefes quienes, a su vez, informaron a Stalin.
En 1944, el ex embajador de Alemania en la URSS fue ejecutado por los nazis por haber participado en la operación encabezada por el coronel von Stauffenberg (atentado contra Hitler).
Inmediatamente después del comienzo de la guerra, formando un Grupo Especial, Zoia Voskresenskaia se ocupaba de seleccionar, instruir y enviar a la retaguardia enemiga numerosos grupos de sabotaje y espionaje.
A fines de otoño de 1941 el matrimonio Ribkin llegaron a Suecia, teniendo asignada la misión de organizar la observación del tránsito militar alemán, crear grupos de agentes y realizar propaganda antifascista.
Zoia Voskresenskaia fue la primera en enterarse de los planes de Alemania de desarrollar armas atómicas.
En 1942, por orden del Centro Zoia escogió a un enlace a quien se le asignó la misión de entregar claves a la famosa Orquesta Roja. Se tenía que entregarle los claves para la radio. Ella cogió un trozo de tejido fino y lo pegó a una hoja de papel, metió esta capa combinada en la máquina de escribir y mecanografió la cifra, la forma de utilizarla y condiciones de trabajo de la radio. Luego cortó los pedazos de tejido y lo quitó del papel. El texto mecanografiado resultó ser absolutamente invisible, y sólo podía leerse si el tejido se aplicaba al papel. Luego compró dos corbatas absolutamente iguales, descosió una de ellas, sacando de su interior una parte del forro de franela que se adhiere al cuello. La sustituyó con el tejido plegado en ocho que contenía el texto mecanografiado.
Zoia Voskresenskaia prestó una inapreciable ayuda a la embajadora soviética en Suecia, Alexandra Kollontai, en sostener negociaciones secretas con el primer ministro de Finlandia y otros partidarios de las relaciones pacíficas con la URSS.
Después de la guerra la suerte fue desfavorable a la coronela Voskresenskaia. En 1947, cerca de Praga murió en un accidente de carretera su marido Boris Ribkin.
Más tarde, al evocar sus sensaciones que tenía durante sus primeras vacaciones después de la guerra, ella escribía: Aquella noche antes de la despedida yo sollozaba no se sabe por qué. Quería gritar y decir que no nos veríamos más. El sol se apagó, y en yo me siento hundida en la negrura de la noche y suspendida sobre un precipicio terrible y profundo cuyo fondo me atrae. Pero no me perdonarías si me despeñara. Vivo como un ave con alas rotas. ¡Cómo te echo de menos! Con estas palabras se dirigía Zoia a su marido muerto. En su archivo se encontraron seis cartas parecidas remitidas a Boris. Después de su muerte ella vivió 45 años más sin casarse nunca más.
A comienzo de 1953 la coronela Voskresenskaia partió para Berlín por orden personal de Beria para cumplir una misión especial. Ya no era secreto que la famosa actriz Olga Chejova, que estaba entre los allegados de Hitler, estaba vinculada con los servicios de inteligencia soviéticos. Lavrenti Beria, quien abrigaba los planes de unificar las dos Alemanias, tenía pensado emplearla para las negociaciones con el canciller de la RFA, Konrad Adenauer. En función de esta empresa, el 26 de junio de 1953 tuvo lugar el encuentro entre Olga Chejova y la jefe del departamento alemán del servicio de inteligencia externa, Zoia Voskresenskaia. Por ironía del destino, ese mismo día Beria fue arrestado. En vista de la detención de Beria, ella regresó a Moscú, obedeciendo la orden del Centro. Después de Beria fue detenido el teniente general Pavel Sudoplatov, jefe de la Cuarta Dirección del Comisariado del pueblo para asuntos del interior, con quien Zoia Voskresenskaia trabajó hombro a hombro durante veinte años, incluido el período cuando estaba en condiciones ilegales, y quien era su jefe inmediato en los primeros meses de la guerra. Pronto se efectuó una ola de purgas entre agentes de seguridad a quienes se les acusaba de tener vínculos con Beria. Teniendo en cuenta los numerosos méritos de Zoia Voskresenskaia ante la Patria, le dieron la posibilidad de trabajar un poco más. Un año antes de jubilarse fue destinada a Vorkutá donde tenía que ocupar el cargo de teniente primero en calidad de jefe de departamento especial de una prisión. Después de trabajar dos años se jubiló. Algún tiempo después salió a luz el primer libro de Zoia Voskresenskaia.
Desde ese momento empezó una nueva vida de Zoia Voskresenskaia. Por primera vez su nombre aparece en la editorial Literatura Infantil en 1956 bajo la novela corta dedicada a los jóvenes comunistas que soñaban con pelear contra los fascistas a lado de los republicanos españoles. A pesar de que esta novela tenía, como se expresó el redactor, pasajes que presentaba cierto interés, el manuscrito no fue publicado. Le aconsejaron escribir relatos. Una persona dotada siempre es dotada. Así aparecieron publicados sus numerosos relatos como Zoika y su abuelito Sanka, El Panecillo, La Primera Lluvia. Su dilogía El Corazón de la Madre y La fidelidad de la Madre fue llevada a la pantalla, y la película A través de las Tinieblas Heladas fue filmada a base de su guión. Tan sólo durante el período de 1962 a 1980 sus libros fueron editados en una enorme tirada de 21.642.000 ejemplares. Como Premio Estatal, Zoia Voskresenskaia pronunciaba discursos en asambleas de rastreadores rojos, comparando el trabajo de los niños con el de los agentes de inteligencia, sostenía vínculos con orfanatos, les daba sus honorarios y les mandaba libros nuevos. Pertenece a la pluma de la escritora la novela El Cónsul, la novela corta Una niña en medio del Mar Embravecido, los relatos Un Nido en el Balcón, La Orquesta, Una niña con Trenzas, Los Gavilanes, Un Sol Perezoso y muchos otros. En 1974 se publicaron tres tomos de sus obras.
Vivió hasta una época en que los partidarios de la perestroika comenzaron a retirar sus libros de las bibliotecas: tanto la novela El Cónsul, dedicada al amor y al servicio a la Patria como relatos, hasta los dedicados a los pájaros.
Estando ya enferma, Zoia Voskresenskaia supo que sus actividades dejaron de ser secretas.
Comenzó a escribir su última obra que se titula Ahora sí que puedo contar toda la verdad.
Zoia Voskresenskaia-Ribkina falleció el 8 de enero de 1992, sin poder vivir unos meses hasta que saliera a luz su libro. El día del sepelio, uno de los diarios capitalinos escribió que Zoia Voskresenskaia ha servido toda su vida a la Patria.

P.S. El autor expresa su agradecimiento a Serguei Ivanov, jefe de la oficina de prensa del Servicio de Inteligencia Externa de Rusia por haberle prestado ayuda para escribir este artículo.

Ahora sí que puedo contar toda la verdad

Yuri Plutenko
22 de mayo de 2007
http://www.voltairenet.org/article148357.html

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