domingo, julio 22, 2007

El trabajo y el trabajador en el socialismo sustentable.

Dr. Raúl Valdés Vivó
Rector de la Escuela Superior del Partido Comunista de Cuba “Ñico López”


Ante la opinión de Noam Chomsky de que no hay socialismo en el mundo, ni siquiera en Cuba, Fidel comentó que tenemos un laboratorio de socialismo. También ha dicho que desde la batalla por Elián estamos creando una nueva concepción de nuestro socialismo, para hacerlo todavía más humano, justo, solidario, eficiente, científico. Esto en absoluto aleja a los revolucionarios cubanos de los tres aspectos eternamente válidos en el pensamiento de Marx, Engels y Lenin: su espíritu revolucionario intransigente, su optimismo histórico, su método dialéctico materialista y sus tesis de que el capitalismo está condenado a desaparecer debido a sus contradicciones antagónicas, aunque haya que reconocer su poder de adaptación y la capacidad de su clase dominante por mantenerlo dentro de la globalización de la que fue cuna y que no puede contener. Su actual variante neoliberal puede y debe ser derrotada, pero esto no significa más que una posibilidad mayor para la lucha por la emancipación social.

También son válidas muchas de las tesis de los clásicos del marxismo sobre el socialismo, ante todo la de Lenin de que son múltiples y siempre inéditas las vías para la revolución socialista y muchos los modelos. Fidel añade que lo del nombre es lo de menos y que caben incontables variantes de una sociedad que se aleje de la capitalista y rompa, ante todo, la dominación imperialista.

A la luz del marxismo y del leninismo estudiamos los nuevos problemas del mundo, como el peligro real de que desaparezca la humanidad y el hecho de que, así como el capitalismo que Lenin analizó y combatió era a la vez el mismo y diferente al analizado y combatido también genialmente por Marx y Engels, a causa de su paso al reino de los monopolios, el imperialismo, su fase final, el mundo del presente es igual y distinto al analizado por Lenin. La especulación financiera prevalece sobre la economía real en la acumulación capitalista de la riqueza.

En cuanto a las ideas leninistas sobre el socialismo, es verdad que fueron aplicadas en la Unión Soviética o no hubiera podido significar la gran obra y el gran pueblo que venció al fascismo, pero fueron sustituidas en distintos momentos luego de morir Lenin por errores, ingenuidades y actividades subversivas y ese conjunto llevó, transitoriamente, al inmenso país y los países socialistas creados a su imagen y semejanza hacia el capitalismo. El resultado fue el mundo unipolar, que ha cambiado elementos fundamentales del proceso histórico, sin que el capitalismo pueda salvarse de su crisis integral, lo cual no significa su fin automático y sin la lucha más heroica y unida de los pueblos. A lo que se añade, tal como Marx previó, el paso de la ciencia a factor directo y principal de la economía. La lucha es por cada pedazo de tierra del planeta y cada mente humana, pretendiendo los explotadores que los pueblos no piensen, que dejen a los monopolios pensar por ellos a la hora de comprar y de hacer la guerra.

Más que nunca se impone recordar que Marx y Engels fueron consecuentes con su principio de que la teoría en tanto que guía para la acción es incapaz de adelantar los momentos concretos de la realidad aunque, de ser certera permite comprender su derrotero y posibilidades de transformación.

La esencia del pensamiento de Marx y Engels sobre el comunismo, que obligadamente comienza por la construcción de la sociedad socialista, que trae el fardo de la conciencia social del capitalismo, está en el Manifiesto del Partido Comunista, escrito hace 156 años: En sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, surgirá una asociación en que el libre desarrollo de cada uno será la condición del libre desarrollo de todos.

Con su audacia dialéctica, Fidel considera que una corriente revolucionaria que llegue al poder, en un país de grandes recursos materiales, puede aplicar muchos de los principios socialistas sin destruir las relaciones capitalistas de producción. Un pensamiento fundamental de Marx, Engels y Lenin sobre el socialismo es el referido a las dos cuestiones que más lo diferencian cualitativamente del capitalismo y que están orgánicamente relacionadas: el trabajo y el trabajador.

El trabajo debe irse liberando de la explotación capitalista, mediante el empleo en la esfera económica del poder político de los trabajadores, conquistado con la revolución social, a través del largo y complejísimo proceso de construcción del socialismo dentro de las particularidades de cada país. El principio de renumeración del socialismo, que no se aparta del derecho burgués aunque sea justo al no existir la explotación, según Marx debe corresponder al trabajo que cada uno aporta. Pero en la esfera de la preservación y prolongación de la vida, la esfera de la salud, nuestro socialismo implanta el principio comunista de que sea para todos, con independencia de sus ingresos, lo mismo que en la esfera de la educación, que otorga el sentido más humano a la vida, la cultura, el arte, los deportes, la recreación.

Para Marx la verdadera riqueza espiritual del individuo depende totalmente de la riqueza de sus relaciones reales. Sólo así se liberan los individuos concretos de las diferentes trabas nacionales y locales, se ponen en contacto práctico con la producción (incluyendo la espiritual) del mundo entero y se colocan en condiciones de adquirir la capacidad necesaria para poder disfrutar de esta multiforme y completa producción de toda la tierra (las creaciones de los hombres).

El trabajador, que bajo el capitalismo es apenas un esclavo parlante que vende su fuerza de trabajo como una mercancía al dueño de las condiciones de trabajo, pasa a ser el propietario de esas condiciones en distintas modalidades. Puede que no lo sea del todo, como ocurre cuando se utiliza la inversión extranjera, pero es el gran dueño del país. A los cubanos esta suprema conquista costó sangre y sacrificios de muchas generaciones, desde 1868, que siempre unieron independencia y justicia.

Dos grandes retos entran en la batalla de la ideas de los revolucionarios en el poder: lograr que el trabajador adquiera cada vez más la conciencia de nuevo dueño, no solo de la economía, sino de su propio destino, y erradicar la corrupción, la indiferencia, la rutina, la no utilización de la ciencia —que debe ser constantemente desarrollada, como hacemos cada vez más—, en fin, cuantos males tienen la huella del pasado capitalista y ha agravado el período especial, como las desigualdades sociales, que también ha dado la gran hazaña de nuestra resistencia invencible. Ella permite asegurar que jamás el acoso, la guerra económica y ni aún la agresión armada del fascismo neoliberal de Bush, que martiriza a Iraq, podrán derrotarnos.

El pensamiento de Marx y de Lenin fundamenta el trabajo liberado y el trabajador libre, pero en ambos casos genuinamente y no solo en el terreno formal y eso es precisamente lo que hay que lograr al nivel de toda la conciencia social del socialismo, comenzando por las jóvenes generaciones.

El tiempo de trabajo del hombre adquiere un nuevo sentido. Al trabajar para sí, dentro de la colectividad, se sientan las premisas para superar la enajenación respecto a su labor. En esto el error sería simplificar, subestimar o dar por hecho a destiempo este problema. Caro pagaron los soviéticos su triunfalismo. Y, ¿cómo se vincula la revolución con el tiempo en que el hombre no está trabajando?

Cabe recordar la visión de Marx: El tiempo libre como espacio del desarrollo espiritual, como lugar de desarrollo de las facultades humanas, no es tanto el tiempo de no-trabajo, condición privilegiada de una minoría social, cuanto lugar de conservación y desarrollo de los conocimientos que constituyen

el cerebro social e instrumento decisivo para el desarrollo de las fuerzas productivas sociales.

Así también pensaba Lenin. En el período más cruento de la Guerra Civil —agosto de 1918— ante el primer congreso de instrucción pública, afirmó: Los trabajadores tienden al saber porque lo necesitan para triunfar (...) Aprenden de su propia experiencia, aprenden de sus reveses y equivocaciones y ven cuán necesaria es la instrucción para el desenlace victorioso de la lucha que sostienen.

La victoria completa es la creación que Marx denominó un hombre nuevo.

El hombre nuevo —en Che, prédica, encarnación y su propia sangre derramada— concebido, no como individualidad, sino como fuerza social, es el capital humano.

De todos las audaces ideas de Fidel que significan un aporte a nuestra teoría liberadora y a la consecuente práctica, una de las más trascendentes es, sin duda, otorgar máxima significación al capital humano en la lucha por preservar la independencia y el socialismo, ganar tiempo en el desarrollo, establecer una economía basada ante todo en el conocimiento, fortalecer nuestra genuina democracia de masas y elevar la calidad de vida del pueblo, sobre la base de máximo patriotismo y máximo internacionalismo.

La idea del capital humano no es de ahora. Subyace en todo el ideario martiano y también en el pensamiento de los clásicos del marxismo-leninismo y sus seguidores como Mariátegui, ese Gramsci de Nuestra América..Esta concepción es martiana en su espíritu, pues el Maestro dijo: Dentro de una nación, todo cuanto haga de bravo y brillante un hijo de ella, es capital de la nación, con el que ésta se amasa y resplandece.

Esto confirma la creencia de todos aquí de que la prédica del Apóstol entra de lleno en nuestro socialismo, en particular su aspecto humanista, que reconcilia sus diferencias con los grandes teóricos del proletariado.


Marzo/2005

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