sábado, septiembre 09, 2006

8 DE SETIEMBRE : ANIVERSARIO DEL ASESINATO DE JULIUS FUCIK.



Julius Fucik nació en Praga, Checoslovaquia, el 23 de febrero de 1903, en el seno de una familia de trabajadores. Muy poca edad tenía cuando el padre se trasladó, con todos los suyos, a la ciudad de Plzen, situada a unos noventa kilómetros de la capital, donde esperaba desenvolverse mejor y asegurar un futuro para sus hijos, el pequeño Julius y sus hermanas Viera y Libuse. Desde temprana edad el niño da muestra de su vocación por las letras, y apenas cumplidos los trece años redacta notas, comentarios y hasta pequeños reportajes en sus cuadernos de escolar. Los horrores de la Primera Guerra Mundial son el blanco de su tierna indignación. Su pasión por la lectura es evidente, y los comentarios y críticas que dedica a autores y asuntos, entrañan una constante defensa de la verdad y del derecho de los humildes. En 1919 Fucik abraza la ideología marxista-leninista, y es en el camino de su nueva militancia que da sus primeros pasos el periodista y escritor, que jamás desvinculará su acción de la lucha política en defensa del proletariado. Desde ese instante su vida discurrirá en medio de una actividad ingente. En 1925 pasa a la redacción de “Rude Pravo” (Derecho Rojo), órgano del Partido Comunista Checoslovaco. Por espacio de nueve años “Rude Pravo” lo tendría como redactor, además de que escribe para unas sesenta publicaciones diferentes, reportajes, artículos y ensayos. Ataca insistentemente a los explotadores, a los oportunistas y a los seudo-intelectuales; y defiende a la clase obrera, al campesinado y a la ideología marxista-leninista. La invasión hitleriana marca un vuelco total en la vida del país y muy especialmente en los militantes progresistas. Fucik, como sus demás camaradas, pasa a desenvolverse en la clandestinidad. Junto con su esposa, Gusta, se traslada a la aldea de Chotimer, cerca de Praga. Una cobarde delación lo hace abandonar su casa, y peregrinar por las de familias amigas en Praga a los cuales dedicará después, en su “Reportaje al pie de la Horca”, un recuerdo; a los Baxa, los Jelinez, los Vetengel, los Vysusil… El 28 de abril de 1942 la GESTAPO irrumpe en la casa de los Jelinex y arresta a la familia y a algunos visitantes, entre quienes está uno conocido por el profesor Horak. La detención fue el resultado de un largo proceso de infiltración por el que los alemanes lograron obtener la identidad de gran número de miembros del Comité Central. Identificado, Fucik fue objeto de bárbaras torturas en “Petschuv Palac”, en Praga, las que soportó valientemente. Gusta, su esposa, a quien le fue presentado deshecho por el salvaje tratamiento, fiel a una consigna acordada, negó conocerle. Era sólo el principio del fatal cautiverio. La GESTAPO gastó todas sus mañas tratando de sobornarlo, de quebrar su firmeza de principios y su moral de militante, en vano. Trasladado a la cárcel de Pancrac, logró reponerse, se dedicó a levantar lamoral de los presos, a criticar y satirizar a la gendarmería fascista. En medio de grandes riesgos, los que se deducían del ensañamiento practicado por el fascismo contra los militantes comunistas, Fucik se dio a la tarea de escribir su formidable “Reportaje al pie de la Horca”, en pequeños trozos de papelque el gendarme Kolinsky –un compañero infiltrado allí para ayudar a los presos- le facilita. El 10 de junio de 1943 es transportado a Berlín donde lo condenan a muerte. La sentencia se cumple el 8 de septiembre. Los últimos aportes hechos a la investigación sobre su muerte y los días pasados en Berlín, dan cuenta de que fue la horca el medio usado para asesinarle. Al ocurrir la liberación y el hundimiento del fascismo, hechos de los que Fucik se mantuvo siempre convencido, su esposa Gusta, tras salir del campo de concentración de Ravensbruck, en Alemania, se dio a la tarea de investigar acuciosamente el destino de su esposo. Conoció todos los detalles relativos a su muerte y logró reunir las hojas que había escrito en Pancrac. Sacadas de la prisión con sumo cuidado, las cuartillas estaban en poder de varias personas. Ciento cincuenta y ocho hojitas de papel que contenían uno de los más conmovedores y acertantes documentos del siglo XX: el “Reportaje al Pie de la Horca”. En él Julius Fucik ofrece el extraordinario ejemplo del comunista firme, plenamente convencido de sus ideas, al que no puede arredrar ni la tortura ni el cadalso. El tono y el espíritu del reportaje dimanan optimismo, seguridad y confianza en el porvenir, amor infinito a la humanidad por la que se inmoló, desprecio a los verdugos. La cárcel, la tortura y la muerte, no son, para él el fin de su jornada; sino acaso la última trinchera en la que todavía puede dar la última batalla. El escritor revolucionario cumple así un cometido extraordinario, y en medio de su situación lanza su grito de fe en la victoria, manifiesta su pasión por la alegría y el optimismo, y su alerta a todos frente a las fuerzas siniestras del fascismo, que hoy, precisamente, amenazan con resurgir: “Hombres: yo os amaba…¡Estad alertas! Su vida es ejemplo, venerado en su patria y fuera de ella. El 8 de septiembre los pueblos del mundo recuerdan su heroísmo y dedican ese día a una jornada de solidaridad con los escritores y periodistas que padecen en las cárceles del imperialismo, de los colonialistas y demás enemigos del progreso.

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