martes, junio 20, 2006

Recordando a Jack London.




Jack London, escritor autodidacta

"¿De donde sacó su ardiente pasión artística, sus delicados sentimientos por la forma y el color, su habilidad extraordinaria con las palabras?. En verdad, el hombre era un artista instintivo, de un orden elevado, y si la ignorancia corrompió su arte, sólo logró que le hecho de su maestría innata fuera más notable…Había en él una vasta delicadeza de percepción, sentimiento elevado, sensibilidad a la belleza. Y habla en él también, detrás de todas sus vociferaciones, un sentimiento intenso del romance infinito y del misterio. de la vida humana".
H. L. Mencken. Prejudices: First Series

Cuando hace casi un siglo que falleció Jack London, su figura nos sigue pareciendo todavía mítica, legendaria, que vive en su obra, que conoce directamente lo que describe. Vida y obra forman por lo tanto una totalidad indisociable, aunque cada una de las partes tenga una cierta autonomía propia.
Su corta existencia es una apretada; agenda de acontecimientos: distribuidor de periódicos, proletario en una fábrica de conservas, y después en una hilandería de yute y en una central eléctrica; saqueador de las propiedades osteras y policial que patrulla persiguiendo a otros saqueadores en la costa del Pacífico, cazador de focas en las lejanas costas siberianas; vagabundo que recorrió a pie buena parte de los Estados Unidos y el Canadá; escritor-obrero rechazado por las editoriales primero, y celebridad internacional después; corresponsal de guerra en Japón, Corea y México, exhausto planchador de una tintorería mientras intentaba aprender a escribir, y al tiempo, cortejar a una bella dama de Ia pequeña burguesía; arriesgado buscador de oro de oro en el valle del Yucón; portero en una escuela secundaria de Oakland, y universitario frustrado en Berkeley; agitador y principal figura literaria -junto con Upton Sinclair- de la primera socialdemocracia norteamericana; beodo empedernido que no encuentra la estabilidad ni en la riqueza ni en la fama; amigo y en no poca medida maestro del propio Upton (el autor de La jungla), de Sinclair Lewis (el autor de Babitt), y también de Raoul Walhs que recreó su espíritu en películas como El mundo en sus manos; y mito de la izquierda cultura norteamericana e internacional…
La vida de Jack London representó pues muchas cosas al mismo tiempo.
En su transcurso, fue un hombre firme pero también muy contradictorio en sus ideales políticos, polivalente como individuo, poliédrico como escritor...Su intensidad existencial se desprende fácilmente de los siguientes datos: en los últimos 16 años de su vida fue el autor de 19 novelas, 18 colecciones de cuentos y artículos (157 en total), 3 dramas y 8 libros autobiográficos y de sociología. Después de haberse agotado como un cohete brillante y de profunda concentración, London tuvo su postrero gesto romántico quitándose la vida cuando no había vivido más que cuarenta años.
Aunque no han faltado críticos que consideran su obra como irregular, desmañada, y lo han tachado de novelista de vuelos, no es menos cierto que existen muchos más que afirman todo lo contrario. Más allá de esta disputa, el veredicto de los lectores no ha podido ser más elocuente. Después de mantener su celebridad a lo largo del siglo XX, en los últimos tiempos su obra siendo editada con el marchamo de un "clásico", e incluso conocido una mayor revalorización. Admirado a lo largo de los tiempos por gente tan diversa como Anatole France, Lenin, John Steinbeck, Trotsky. Hemingway, Orwell o, Jack Keruac, etc; London inspiró al "Che" Guevara el que el héroe guerrillero creyó que sería su último pensamiento: "La única visión que recuerdo", escribirá hablando de un momento en el que estando herida es cercado por las tropas de Batista Y busca la mejor manera de morir, y se le presenta la imagen de un personaje de London acosarlo por la agonía, se sostiene sobre un árbol y "se dispone a terminar su vida con dignidad". Pensamos que no es abusivo pensar de que a London le hubiera fascinado también un personaje como el "Che", con el que compartió la admiración de la juventud norteamericana de los años sesenta.
London ha sido para muchos y lo será todavía para otros, una auténtica sorpresa el descubrimiento de su dimensión revolucionaria. Como le ha ocurrido en mayor o en menor grado a otros grandes de loa literatura como Lord Byron, Percy B. Shelley, Coleridge, Víctor Hugo, George Sand, Vladimir Korolenko, Mark Twain, Espronceda, Oscar Wilde, George Orwell, Nikos Kazantzakis… etcétera. Esta faceta de London ha permanecido semioculta en el tiempo. Pero el hecho es que, por más que sorprenda, el que fue llamado el Rudiard Kiplyng del Norte", el autor de inolvidables narraciones sobre los mares del Sur, fue un socialista considerado como "muy peligroso" por las autoridades de su país y escribió numerosos libros "subversivos", en particular una obra que figura por derecho propio entre las clásicas de la literatura revolucionaria; Gente del abismo (reeditada por El Viejo topo).
En sus numerosas intervenciones como agitador y propagan dista del socialismo, London fue consecuente con una idea que aprendió en el Manifiesto Comunista, y según la cual los socialistas deben de hablar sin ocultar sus objetivos y sus puntos de vistas . Llevó adelante esta premisa a las calles de las grandes urbes norteamericanas y a los salones donde los grande s burgueses le invitaron en. honor a su prestigio como literato.
En 1905, y delante del "tout" San Francisco, proclamó cosas como las siguientes: "¡Nada de una parte!. Necesitamos todo lo que poséis. No nos conformaremos con menos. Queremos llevar las riendas del poder y el destino de género humano. ¡Mirad nuestras manos!. Os quitaremos vuestro gobierno, vuestros palacios y toda vuestra dorada riqueza, y llegará el día en que tendréis que trabajar con vuestras propias manos para ganaros el pan como hace el campesino en; el campo o el botones consumido en vuestra metrópolis. Mirad nuestras manos, miradlas bien: ¡Son manos fuertes!".
El lector quizás puede imaginarse la impresión que palabras como estas pueden causar en un auditorio marcadamente conservador. Aunque anteriormente se sabía que London era socialista y que había dado fulgurantes mítines en los barrios obreros de Oakland, la clase dirigente ignoraba. el alcance y las fuerzas de sus convicciones. Este discurso, junto con otros cortados por el mismo patrón, causaron el consiguiente estupor y escalofríos. La prensa, incluida la más liberal y moderada, comenzó a tocar la alarma sobre London y el socialismo, sobre un escritor y un partido que no dudaban en afirmar que modificarían radicalmente la Constitución sí ello era necesario para imponer 1a: nueva sociedad que propugnaban.
London sentía que la revolución "aquí y ahora", era la única alternativa frente a una oligarquía despiadada que aniquilaba por igual a las masas trabajadoras hundiéndolas en el abismo, que a los artistas que se veían obligados a convertirse a pesar suyo en mercancías dentro de las leyes de la oferta y la demanda. durante cierto tiempo compartió con su partido la idea generalizada entre los socialistas de su época que esta revolución vendría progresiva y pacíficamente, pero tras la derrota de la revolución rusa de 1905, London tuvo una pesadilla que llamó El talón de hierro (reeditada recientemente por Ayuso, Madrid), sobre la que Trotsky escribió dos décadas más tarde: "Jack London ha sabido traducir, como verdadero creador, el impulso dado por la primera revolución rusa, y también ha sabido repensar en su totalidad el destino de la sociedad capitalista a la luz de esta revolución.. Se ha asomado más particularmente a los problemas que el socialismo oficial de hoy considera como definitivamente enterrados: el crecimiento de la riqueza" y de la potencia de uno de los polos de la sociedad, de la miseria y de los sufrimientos, en el otro polo. La acumulación del odio social, el ascenso irreversible de cataclismos sangrientos, todas estas cuestiones las ha sentido Jack London con una intrepidez que incesantemente obliga a preguntarnos con nos asombro: pero ¿cuándo fue escritas estas líneas? ¿fueron acaso antes de la guerra?".
Durante los cuarenta años que duraron su fulgurante vida, London vivió bajo el. signo de lo “novelesco" y de la aventura. En este sentido, su biografía es la contraigan de otro gran novelista, Julio Verne, el capitán Nemo de la literatura que conoció una vida, burguesa por excelencia.. London, por el contrario, apenas sí escribió nada que no hubiera, vivido directamente o muy de cerca, y su fantasía es una prolongación de una realidad inmediata o estrechamente: relacionada con el mundo en que le tocado vivir. En su devenir de aventurero encontramos grandes capítulos que pueden ser catalogados como "inolvidables" por sus lectores cuando fue el "Príncipe" de los ladrones de bancos de ostras, cuando viajó al Klondike en busca de oro y encontró el primer filón de su inspiración, cuando re corrió Estados Unidos, y Canadá como un vagabundo, etc. Además, estas vicisitudes llenas de riesgos, no le impidieron ser el militante socialista más conocido de la Norteamérica de su tiempo después de Eugene Víctor Debs, un auténtico gigante que debía sus dos nombres a dos novelistas populares franceses: Eugene Sué y a Víctor Hugo.
Pero más allá de la literatura y del socialismo, hay en London un concepto existencial muy singular y que le hace ser en. buena medida. lo que fue. Se trata del concepto de que la vida tiene que ser vivida intensamente y que hay que despreciarlas adversidades. Su secreto es la pasión y la energía acumuladas en un cuerpo rebosante de vitalidad creadora. Pasión energía que empleará constantemente contra la adversidad desde su más pronta infancia en la que se inicia en .la lucha.
Su historial, la historia de Martín Eden, se han establecidos como paradigmas del hombre que desde la nada se hace a sí mismo, siendo este otro factor añadido a las singularidades londonnianas. Careció de medios y de escuelas --aunque obviamente, recibió ayudas importantes, entre ellas algunas olvidadas como las dos mujeres, "Mammy Jenny" que le cuidó como una madre e Inés Coolbrith, que le inició en los "misterios" de la literatura--, y tuvo que luchar contra la corriente y superar enormes dificultades para lograr ser un novelista de éxito y un articulista requerido por los periódicos más renombrados. Este London es un rasgo que comparte con Gorki, con Miguel Hernández, Panait Istrati y un grupo muy reducido de autodidactas que han conseguido un lugar de privilegio en, la literatura universal. Durante toda su vida tuvo que luchar contra los prejuicios académicos y sociales" y todavía sigue siendo uno de los novelistas más leídos y traducidos del mundo- un astro secundario en: el :reparto que sobre las estrellas de la literatura norteamericana se establecen en los manuales de historia mientras que sus ideas políticas suelen ser ignoradas o bien descritas con un ligero plumazo, cuando no condenadas incluso desde la izquierda.
Pero con todas sus contradicciones y limitaciones, Jack London es uno de los escritores de los grandes, autor de novelas que se leen de un tirón, y todo un símbolo de lo que la clase obrera es capaz de lograr con la inteligencia, el esfuerzo y la conciencia de clase.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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